Horacio

"En el proyecto Horacio de Heiner Müller, realizado con un grupo de internos de la Penitenciaría Central la Picota, se hizo una operación de translación mental del espacio real del teatro en el que se presentaría la obra –El Camarín del Carmen de Bogotá– al imaginario del actor interno. En el lugar de encierro donde se llevó a cabo el montaje –un recinto de la cárcel–, se estimuló a los actores a construir una representación mental del espacio arquitectónico donde harían su papel. Este ejercicio se aplicó tanto a los movimientos corporales como a la manipulación de objetos, muchos de ellos prohibidos en el interior del recinto carcelario. La eficacia de tal trabajo de visualización, de desplazamiento en un espacio mental y de manipulación de lo invisible quedó demostrada durante las presentaciones de la obra frente al público. Peter Brook nos enseñó que no hay estado actoral, ni emoción si el actor no tiene imagen. Nuestra experiencia teatral ha sido una confirmación de esta idea: no hay lugar, ni acción, ni experiencia del espacio, sino imagen”.

Cuando la vida se toma el teatro. Revista Síntesis, número 3, 2000.

 

"En un país con 30.000 muertos por año a causa de la violencia, la experiencia teatral de Mapa Teatro en la cárcel de la Picota quiso mostrar otra cosa: las pulsiones de vida y la sensibilidad de su gente. Pero si los detenidos se mostraron tan sensibles, fue también porque el texto de Heiner Müller los sacudió, pues Horacio es la historia de un hombre que mata dos veces. La inmensa bondad de esta experiencia es haber permitido a los reclusos ser otra cosa que asesinos. Se volvieron, de repente, dignos de la mirada de los otros y tal vez, también, de su propia mirada".

Serge Michel, Le Nouveau Quotidien, Ginebra, Suiza, abril de 1994.

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